River tenía que ganar y ganó. En ningún lado del contrato decía que tenía que gustar…pero gusto a ratos. Tampoco decía que Cavenaghi o Domínguez iban a ser figuras y el Chori se anotó en la primera fecha. No está mal, el principio del contrato esta cumplido.
La gente se emocionó de volver al Monumental. Será que dolía este momento, o dolía pensar en este momento, el estar en el primer partido del Nacional B. Pero los miedos salen con alegrías y la principal alegría era volver al Monumental, templo sagrado de las pasiones millonarias y que abría sus puertas para un socio que quería ver latir su corazón en medio de una cinta de “clausurado” que quiere poner el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Aun así y con toda esa parafernalia sucia que siempre la política quiere utilizar para manchar el fútbol, el hincha fue siendo socio o no. Los que tenían el carnet entraron abanderados de un pedazo de plastico que significa ser River.
Los que no lo tenían fueron a buscar ayuda. Varios barras cobraron por meter gente, obviamente cobraron su comisión, pero parece que a la gente eso no le importó. Había que cruzar la frontera migratoria entre el ser o no ser y pagaron lo que se les pedía. Los que no tenían lo suficiente esperaban en Figueroa Alcorta a ver si alguien pasaba un carnet, faltaban 10 minutos para las siete y los carnets pasaban por la reja con una ilusión en el préstamo. El 90% de los intercambios fue efectivo. No fueron muchos, pero fueron felices y agradecieron a sus benefactores.
Adentro el cariño se demostró inalterable, había que alentar y se alentó. Se perdió en la memoria ese miedo de sentirse en ese momento. Aquel instante idiota que pensamos todos de presenciar el primer partido de la B de River Plate, paso sin dejar huella. Fue más el ver nuevamente a La Banda y sentirlo. Había que ver a Almeyda (Todos lo imaginaban de buzo y salió de una campera marrón clarita y un vaquero fachoso que no alteraba su imagen de ganador).
El Millonario jugó bien sus primeros 30 minutos. El detalle de evidencia es el gol de Díaz en los 5 primeros. Bien por Aguirre que recibió aplausos de la tribuna, Ocampos se puso el overol por la izquierda pero le faltó ser más encarador y la máxima queda en el Chori Domínguez que dibujo con paciencia el ritmo de River en el medio campo.
Maidana en el fondo dejo algunas dudas, trato de cooperarse con Chichizola y eso ayudo bastante. Y Cavenaghi adelante corrió menos de lo que uno esperaba. Sola datos que tratan de poner una especie de radiografía de lo que paso River frente a un Chacarita que recién se arma y que padeció como el local de las inclemencias del tiempo y las fatalidades que a veces otorgaba el campo.
Hay que quedarse con los primeros minutos del equipo. No me quedo con la defensa que dejo algunos huecos que casi cuestan. Me quedo con la gente y su amor…su entrañable amor que ofende a los demás y enorgullece al hincha riverplatense que estuvo y que no estuvo. El Tano Pasman decía a una Radio local antes del cotejo: “A este River lo veo tranquilo, pero le voy a pedir…”
Ahora tampoco le vamos a pedir mucho sol si la tarde era nublada. Lo que quería el plateista era ganar, el que lo escucho por radio quería ganar, el que lo vio por televisión (Tano) quería ganar….y se ganó.
Entonces hoy se puede dormir bien y mañana se pensara en Independiente Rivadavia, hoy el hincha encontrara el sueño profundo con tranquilidad y satisfacción.
Marcelo De La Cruz
RDLT
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